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Vacharexmar Marex

 









Algo se rompe en las manos del olvido,
trozos de corazones caen desde las almohadas
del cielo, las lenguas se desmayan en esquinas
parlanchinas, unos ojos buscan sus órbitas
en aceras solas y abandonadas por el tiempo,
las pieles de un labio no encuentran sus zapatos,
besos callados mandan señales obscenas,
las sabanas de una cama lloran ausencias,
caricias sin pies ni cabeza olfatean huellas
de un imposible otoño, crecen raíces oxidadas,
los pétalos de una mirada esperan por su cuerpo
de tallo y espinas clavadas, la mañana
canta una triste sonrisa, un poeta escribe
sueños de palabras y versos olvidados
en un ombligo ya lejano,
algo se suicida en los pechos
de los amantes fugitivos, la tarde no llego a la cita,
y ella toma un café y sale decidida a la agonía,
el compra el periódico del año pasado
y no encuentra la noticia de su huida,
sale de prisa y toma el primer coñac que pasa,
la noche se dilata en sus estrella amarillas,
se oye el quejido de un cupido.
En las avenidas, los aullidos de las ambulancias
llegan para recoger solo unas flechas
y unas alas u un montón de huesos
de dos corazones, que jamas encontraron
el camino correcto al amo



                                                                Mario Cesar Lamique 


ESQUINA CENTER

Miro la esquina y no puedo evitar el recordarte, la encuentro muy parecida a vos, pero en otras cosas, ya que en  varios aspectos  se diferencian, la esquina, por ejemplo, no se va.

Veo los movimientos repetidos, ensayados, aprendidos, aquí  vengo todas la tardes a esperar tu regreso con injustificada esperanza pero lo que sale a mi encuentro es esta  ya conocida oscuridad que de apoco cambia la fisonomía del lugar, gana terreno, viene cliente, saluda y la compra se concreta; “venì que esta es mi oficina y la otra esquina, es el salón probador” 

Miro las caras conocidas, las risas estridentes, los empujones amistosos y la seriedad repentina cuando un auto pasa muy despacio.
Lo que logro recordar de vos de cuando no eras ausencia se parece mucho a esta esquina, o a esa desazón  que veo en ella.

La esquina no te conoce, los que ahora la recorren tampoco, un patrullero pasa pero ni mira, todo está bajo control, pensarán.

Hoy en la esquina hay inquietud, caminata nerviosa y pocos clientes, los empujones no se muestran tan amigables, la palabra “buchón” se escuchó, creo que fue lo único que  oí, en cuanto a palabras, porque sonidos  no faltaron y el disparo intentó acallarlos a todos, en segundos quedaron la soledad del muerto y mis recuerdos, nada más.

La policía viene y pregunta, nadie sabe que pasó, nadie contesta, comienzo a mirar para otro lado  sin dejar de pensar en que hoy tampoco habrá reencuentro en esta esquina que se parece mucho a vos, pero claro que en otras cosas ,en otras ausencias .
 




                           Gladys Cepeda

BUENOS AIRES TRASH

                     Estallo el hambre sobre las sombras de
                                             esta ciudad
                           (extraìdo de un diario imaginario)


Arcoiris que se funde a la noche del universo
el aire destripado clavo tacos aguja sobre los ojos de un maniquì
senos besan el huracan
con lodo de la calle queme tu portaligas
cuando la soledad                       martillo sus dedos

y escribio una semblanza
mas pròxima a nuevos edenes artificiales
que piel de invierno corroìda
el hambre estalla sobre las sombras de esta ciudad
hay trenes que nos llevan a ninguna parte
cuando la boca del tiempo nos alimenta de basura sin memoria
o bebemos la virginidad en el vientre de la vida
pero sila muerte se asoma a la pantalla de video
esperamos sentados sobre el humo transexual

Paco De Asís Granados Mellado




CHAT

 Martín era un joven alegre y divertido, muy amigo de sus amigos. Era conocido por sus gustos hacia los fenómenos paranormales y casos extraordinarios. Él creía en toda esas cosas. Al salir del instituto se dirigió a su casa. Al entrar saludó a sus padres y se subió a su cuarto. Otra de las aficiones que tenía era chatear y con ello conocer gente nueva. Él sabía de sobra que no todos los que entraban a chatear contaban la verdad sobre ellos. Había gente que se inventaba una vida diferente a la que en realidad tenían, pero eso a él no le importaba mucho, ya que no solía quedar con nadie fuera del chat.
Entró a su habitual sala de chat. En la sala la mayoría de personas eran de su edad. Muchos de ellos eran compañeros de instituto. Estaban hablando del último partido de futbol que habían jugado sus diferentes equipos. A Martín no le interesaba el tema, ya que el deporte no era una de sus mejores aficiones. Abrió otra ventana e hizo click en una página de misterio.
 Mientras se entretenía leyendo saltó un aviso de mensaje privado. Provenía del chat. Se dispuso a mirar para ver de quién se trataba. Al mirar de donde provenía el mensaje vio que no le era familiar aquel Nick. El usuario tenía por nombre  “te veo”. Martín soltó una carcajada, pues le pareció un Nick un tanto curioso. Comenzó a entablar una conversación con aquella persona.
- “Hola Martín” - TV
- “hola, ¿Quién eres? ¿De qué te conozco?” - M
- “Yo a ti si, pero tú a mí no” - TV
- “¿Eres de aquí? - M
- “No Martín, yo vivo a mil kilómetros de ti” - TV
- “¡Mil kilómetros! ¿Y tú me conoces a mí?” - M
-  “No, en persona no. Pero te puedo ver” - TV
-  “¿Cómo es que me puedes ver? No tengo la Cámara conectada” - M
-  “Te puedo ver sin necesidad de tener la cámara conectada, pues soy vidente.     Es decir, que te puedo ver desde mí casa” - TV
Martín se echó a reír y pensó que podría ser algún amigo suyo gastándole una broma.
- “A ver… Dime ¿Qué estoy haciendo ahora?” - M
- “Pues estás sentado en una silla roja. Mientras chateas conmigo en otra ventana tienes una página de misterio abierta” - TV 
  
Martín no tenía duda. Estaba totalmente convencido de que estaba siendo víctima de una broma. Sus amigos eran conocedores de aquella silla roja y que por supuesto era un aficionado a los temas de misterio en la red.
- “¡Venga ya! Dime ¿Quién eres?” - M
- “Soy Belinda” - TV 
- “¡Belinda! ¿Qué Belinda?” - M
- “Te dije que tú no me conoces de nada. Ábre la puerta, te espero” - TV
-  “¡Mí puerta! Si no hay nadie,  y no han tocado en ella” - M
Martín reía nervioso. De pronto escuchó tres toques en la puerta. Era su madre que le traía la merienda. Se quedó sorprendido, pero pensó que pudo ser una simple casualidad.
- “¿Qué te subió tú madre, la merienda?” - TV
- “Pero… ¿Cómo sabías que mí madre iba a venir?” - M
-  “Te dije que podía verte ¿Sigues sin creerme?” - TV
- “Pues no, no te creo. Pienso que es una casualidad” - M
- “¡Casualidad! Entonces como sé que tienes una foto tuya en la mesa del ordenador en la que sales retratado en el zoo con tus padres…” - TV
Martín comenzó a mosquearse, pues esa foto la había puesto por la mañana y ninguno de sus amigos y ni siquiera sus padres sabían nada.
- “Martin, no te asustes. Estoy sintiendo que hay una presencia en tú casa” - TV
- “¡Una presencia! ¿Qué presencia?” - M
- “Veo como unas sombras están vigilándote” - TV
-  “Si lo que quieres es asustarme lo estás consiguiendo” - M
- “No amigo no te quiero asustar, solo avisarte” - TV
- “Gracias por la intención, pero estoy asustado” - M 
- “No fue mi intención, no te asustes. Solo conseguirás que se hagan más  fuertes” - TV
Martín estaba viendo que la conversación se estaba alargando demasiado. Cada vez estaba más asustado. Decidió apagar el ordenador y echarse un rato en la cama a leer. Pasados unos minutos escuchó un chasquido. El ordenador acababa de encenderse solo y en la pantalla aparecía el chat. Martín se puso muy nervioso. Al ir a mirar el chat vio que tenía más de veinte mensajes de Belinda (TE VEO) diciéndole que ya no tuviera miedo, que las sombras ya no las iba a ver en su casa. Las sombras ahora se encontraban con ella. Había un último mensaje, en el se podía leer. 
-      “¡No, no! Por favor dejadme. Noooooo”
Martin contestó a aquellos mensajes, pero no obtuvo respuesta. Pensó que Belinda ya se había desconectado y se fue a la cama. Pasados diez minutos Martín comenzó a sentir mucho frio. Tenía una sensación extraña, notaba como si alguien estuviera con él en ese momento. Tenía miedo, un miedo que nunca había sentido. Quería irse de su cuarto, pero las piernas le fallaban debido al frio y al terror que sentía. Cada vez notaba con más fuerza aquella presencia. Notó como le acariciaban el pelo y a su vez una voz que le susurraba.
-      “No tengas miedo Martín”
A Martín aquel susurro le puso aún más nervioso. De su boca salía vaho debido al frío, que cada vez era más intenso en aquel cuarto. La cortina comenzó a moverse de un lado para otro. Martín estaba al borde de una crisis nerviosa.  Entonces notó como una mano fría tocaba su hombro para tranquilizarlo. De pronto apareció una joven sentada a su lado. Sus rasgos eran de una persona de país sudamericano. Su pelo era negro como el carbón; unos grandes ojos verdes y con una voz dulce y tranquilizadora. En ese instante se acercó a él para decirle.
-        “Martín, no temas. Conseguí que las sombras se marcharan de tú casa. Yo  pagué un precio muy alto por ello. Soy Belinda y aquellas sombras me castigaron por salvarte a ti. Lo he pagado con mi muerte. Siempre estaré aquí para ayudarte. Recuerda esto: cree siempre en lo que no ves, porque puede hacerse realidad”

En ese momento desapareció ante la presencia de Martín
.
 Silvia Favaretto

 

















ALICIA EN EL PAÍS DE LO YA VISTO

Alicia da pocos pasos
En la ciudad gris,
Se aburre y tiene frío,
El conejo descuerado la mira triste
Del escaparate de la carnicería,
No hay tazas de té para su sed,
Ni setas mágicas para su hambre,
Pero lo peor fue espejarse
En el sucio charco de la vereda
Y ver a la reina de corazones
Mirándola asombrada en el reflejo.



ALICE NEL PAESE DELLE QUOTIDIANITÁ

Alice muove pochi passi
Nella città grigia,
S’annoia ed ha freddo,
Il coniglio scuoiato la guarda triste
Dalla vetrina della macelleria,
Non ci sono tazze di té per la sua sete,
Né funghi magici per la sua fame,
Ma la cosa peggiore è specchiarsi
Nella lurida pozzanghera del marciapiede
E vedere la regina di cuori
Guardandola stupita dal riflesso.
  La noche de los cuerpos (Proyecto editorial La Chifurnia, El Salvador, 2014)
  Fotògrafa Rossella Bovolenta

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