Silvia Favaretto

“De por qué me gustaría que mi hija se casara con Eddie Vedder” 


He pasado mi adolescencia, en los primeros años 90, escuchando la música grunge, como muchos de mi generación, buscando alivio al pop comercial y a la depresiva música nacional. En las canciones de mis bandas favoritas de la época encontraba yo algo más que un pasatiempo entretenido: las letras de las canciones, en algunos casos verdaderos poemas disfrazados, el tono de la voz del cantante (el amado y desafortunado Andy, el maravilloso e inegualable Layne, el ya icónico Kurt) siempre intenso, atrevido, escalofriante, se acercaba más a lo que necesitaba mi alma de adolescente inquieta. Esa música me ha acompañado durante toda la vida, y varias veces cuando me entrevistaron preguntándome que cuál escritor italiano había influenciado mi escritura, yo contesté que en mi literatura yo podía divisar rastros de canciones grunge mucho más que herencia poética de Leopardi o Ungaretti (aunque viéndolo bien, algunas letras de Alice in Chains bien hubieran podido ser escritas por el conde Giacomo de Recanati). La onda depresiva se acompañaba de las guitarras sublimes y a lo largo de mi enamoramiento del grunge tuve que padecer una y otra viudez. Primero nos dejó el cantante de Mother Love Bone por sobredoses, luego Layne, Kurt, hace poquito Chriss Cornell. Aparentemente el dolor iba de la mano del sufrimiento, pero hay una banda que no, no se encauzó hacia ese río del no retorno. Pearl Jam ha demostrado desde un comienzo una actitud algo más divertida y positiva que las demás bandas. Claro que no han descartado temas importantes y serios como la violación de menores, la locura, la muerte, pero lo han encarado más con fuerza que con desesperación, más con bronca que con deseo de escapar de ello. Recuerdo que desde un comienzo Eddie Vedder y su banda postularon en sus declaraciones temas fundamentales como el cuidado del medio ambiente, la defensa de la elección de abortar o menos legalmente (1995, me acuerdo que yo salía a la calle con “pro-choice” escrito con rotulador negro en el brazo así como había hecho Eddie en un recital), siempre sus entrevistas tuvieron un matiz político de conciencia social que ya en ese entonces empezaba a cautivarme. Creo que Eddie sentió desde un principio la responsabilidad de la rockstar de funcionar como ejemplo, y utilizó su fama concientemente para difundir sus ideas, junto a su música. Últimamente se había vuleto viral en las redes sociales un video amatorial que había sido grabado casualmente en un recital de Pearl Jam: una escena en la que el frontman de Pearl Jam interrumpía el concierto al darse cuenta que un hombre en el público estaba manoseando a una chica. No sólo Eddie deja de cantar, sino que empieza a gritarle al acosador, y de último, cuando el tipo ya ha sido identificado y sacado de la audiencia, el cantante, antes de volver a echar a andar el espectáculo le pregunta a la mujer en el público si se siente bien. Pues a millones de personas que vieron ese video (y me imagino que la gran mayoría no sabían ni quién era Eddie Vedder antes) nos pareció que el rock (el excelente rock acompañado al lema de sexo y droga, que acunó nuestra infancia) había llegado a otra frontera, a un estatus superior: se había vuleto un icono de derechos humanos, de justicia social, de respeto y amparo. A finales de junio de este año los Pearl Jam regresaron de gira a Italia y claro que fui a verlos. He pensado durante todo el concierto (cuando no cantaba, no empujaba o no bailaba) que Eddie Vedder es el tipo de hombre que yo les deseo a las mujeres de tener a su lado: alguien que cante como Dios, que tenga esa sonrisa, y que le importe si estás bien. De ahí el título de este artículo, aunque la verdad es que no tengo hijas, sólo tengo a un hijo varón, que claramente se dormía, cuando bebé, escuchando Alice in Chains, Bush, Smashin Pumpkins y Pearl Jam,  y que ojalá cuando sea grande aprenda a defender a los aplastados, a cuidar del ambiente, y decida de no morirse cuando todo es un asco, sino de echarle ganas e intentar cambiarlo.

Silvia Favaretto, escritora italiana



 
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